Marcos Ana

Por Pedro Solans

∗ Quitilipi, Provincia de Chaco (1959) - Periodista y escritor |

Marcos Ana, el poeta que vivió en carne propia su poema de amor

En 1985 Madrid era una aventura por vivir y en cualquier bar, esquina o sede política o literaria podías enfrentarte cara a cara con algún maestro, escritor, músico o artista de tus sueños, o periodista que leías a destajo en diarios y revistas que se atesoraba, anticipándose a lo que va a pasar con los medios en soporte papel dentro de poco en este mundo cibernético.

Esos encuentros por aquellas épocas tenían olor a puros, cigarros que no se quedaban quietos en las bocas y participaban también de las conversaciones que se daban bajo la sombra de boinas, y de copas.

Los encuentros solían terminar en celebraciones donde habían, inexorablemente,  intercambios de datos, historias, anécdotas, o vivencias  que se desmenuzaban a fuerza de diálogos, momentos, silencios mientras los contertulios asumían un horizonte digno de ser soñado.

 

“Mi vida

Os la puedo contar en dos palabras:

Un patio

Y un trocito de cielo por donde, a veces, pasan

Una nube perdida

Y algún pájaro huyendo de sus alas.

 

Estos breves versos refieren las horas más inciertas de mi vida, aquellas largas, y pese a todo, años que pasé en la noche de mis cárceles”.

Ese poema nos puso arriba del mostrador de la tasca.

Así nos encontramos con el preso político que más tiempo pasó en las cárceles del dictador Francisco Franco. Pero el hombre, como buen poeta resumió su sufrimiento en un breve poema que nos autografió por suerte y así cerró esa etapa para enfocar la conversación en la historia más bella que escuchamos en ese junio de calor y de noches largas que empezaban con el sol alto. El verano tiene un calor implacable en la vieja y sabia Castilla.

El poeta quería contar cómo vivió su gran poema de amor que nunca quiso ni pudo escribir. Tanto cuidó ese amor que no lo plasmó en versos para que la tinta no lo manchara. Quiso conservarlo inmaculado, y lo logró.

Le pusieron una copa de cognac que entonó sus 65 años. “Conocí el amor después de pasar veintidós años entre rejas, en ese momento, era la mitad de su vida”, nos dijo sin tristeza.

Se llamaba Francisco Macarro Castillo, lo conocíamos como Marcos Ana. Fue el preso político que pasó más años en las cárceles de la dictadura franquista. Lo detuvieron con apenas 19 años y se hizo poeta para resistir, y su poesía lo liberó literalmente, pero su bello poema no lo escribió nunca sino que lo vivió plenamente a sus 42 años de edad.

 

A los 19 años era miembro del Partido Comunista de España (PCE) y, fue detenido por tres asesinatos por los cuales ya habían sido sentenciados otros presos que terminaron fusilados.

 

Con el tiempo, empezó a escribir y sacar clandestinamente algunos poemas de la cárcel y, sin que él supiera, llegaron a las manos de reconocidos escritores comunistas, como Pablo Neruda y Rafael Alberti, y a comités de solidaridad con los presos políticos. Fue entonces cuando nació el pseudónimo por el cual, más tarde, lo conoceríamos: Marcos Ana, que son los nombres de sus padres.

Sus versos eran leídos en el mundo entero, y generaron un movimiento de solidaridad impulsado por fuerzas antifranquistas para reclamar su liberación. Finalmente, después de tiempo de presión, salió en 1962, cuando tenía 42 años y media vida entre rejas. Era el momento de celebrar su libertad. Para ello, un miembro del Partido Comunista Francés (PCF), Pierre Vilar lo llevó a un cabaret y allí vio a mujeres como nunca antes había visto: eran vedettes y estaban semidesnudas.

 

Ante su reacción de sorpresa, no tuvo más remedio que confesar a Pierre que nunca había estado con ninguna. Entonces, Pierre más sorprendido que Marcos, le regaló la oportunidad de perder la virginidad con una prostituta. Se llamaba Isabel y, después de aquella noche se convirtió en su gran amor.

 

Sin embargo, al llegar a la habitación los nervios pudieron con él.  No pudo hacer nada. Solo llorar y confesar que había perdido 23 años de su vida en prisión y que, además, nunca había tocado a una mujer.

Ante semejante confesión, Isabel dejó de ser una prostituta y fue la amiga que lo escuchó y consoló.

Lo que iba a ser una cuestión sexual pasó a ser una escena romántica que duró toda la noche. Cuando Marcos despertó, Isabel ya se había marchado. Sobre la mesa de luz, habían quedado las 500 pesetas con las que debía pagar y una nota: "Para que vuelvas esta noche".

El encuentro había ido más allá de una relación entre cliente y trabajadora sexual. La historia del poeta había impactado al corazón de Isabel.

A Marcos, le sobraban las ganas para volver a verla, pero cuando pensó en frío cambió de opinión. Las horas que pasó junto a ella fueron tan bonitas que ella no había aceptado su dinero. Pero, si hubiera una próxima vez tendría que tratarla como una prostituta y él no quería mancillar el recuerdo de la noche que habían pasado juntos. Entonces optó por gastarse las 500 pesetas en flores. Enviárselas con una nota en la que decía: "Para Isabel, mi primer amor". Y no verla nunca más.

Así consiguió lo que quería: que aquellos instantes prevalecieran intactos al paso de los años y se transformaran en los versos del gran poema de amor que nunca escribió.

Ilustración: Alejandro Barbeito

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1 respuesta

  1. Pedro dice:

    Años de angustia y sufrimiento le podrán quebrar los sueños?????

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