Samudaripen
Por Voria Stefanovsky
∗ 07 de agosto de 1974 - De ascendencia rusa, nació en un circo gitano en las carreteras de algún lugar.
A raíz de un acto racista, a los 10 años, fue llevada de su gente porque dijeron que era una niña robada por los gitanos. Por no tener documentos, le dieron nacionalidad brasileña y también otro nombre. Hoy esta radicada en Buenos Aires.
Setella
En homenaje a la niña gitana sinti Anna María, también llamada de Settela, que, a los nueve años, se fue para siempre en Auschwitz.
La mirada sinti,
sin tiempo ni espacio, perdida, sin punto fijo,
sin ti, sin nadie, que pueda explicarte el espanto.
¡Qué tanto, dolor!
Quien puede decidir qué vida vale,
la pena o el oro, o no. ¡Oh murro Devel!1
Porqué
la tuya, vida sintisa, se te fue entre
la Sorpresa y el dolor de tus lágrimas secas.
Y tu grito mudo que alcanzó el mundo,
ya sin ti.
El tren de la muerte te llevó, en el alba de tu vida.
Tu mirada sin ti, sin tu risa, me hizo volver a sentir los míos,
ascendientes supervivientes de los mismos trenes, hacia Auschwitz.
Que en alma cargaron, en vida, el dolor sinti de todos los nuestros,
de todos los gitanos que silenciaron sus violines temprano.
Bajo la rota y blanca
sábana que te tapa
las trenzas perdidas, dikló2 inexistente, que hoy te lo pintamos,
de cielo, de mata, de fuego,
y de libertad.
Gritas, ícono puro,
como una estrella de la mañana.
Tu alma vuela y hace eco audible,
en nuestras mentes: recuerda para que
nunca jamás otra estrella romaní se apague.
1 Dios mío (del romani)
2 Pañuelo (del romani)
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Acróstico no olvidado
A mi abuelo, sobreviviente del Samudaripen [1] (Holocausto Romaní)
Sólo por la noche, la luna.
Amplio se hacía el tatuaje en su brazo.
Mudo, erecto, el bisabuelo caminaba, enfurecido.
Un sonido posible solamente, el violín, extenuado.
Desde la cuerda de oro a la locura de sus ojos.
Andaba entre memorias, siempre en círculo.
Reía alto! A las carcajadas! Se tiraba al suelo, al lado del violín.
Imaginándose en el ritual diario, quizás, ser el héroe, siéndolo sin saberlo.
Ponía fin, así, en las culpas sin fin
Ensangrentando de a poco, la Z ennegrecida.
Nunca dijo porque se reía, lo sabía yo, desde la memoria de los otros.
[1] Del Romani, matanza grande.
Ilustración: Alejandro Barbeito sobre fotografía de Zhivko (Pixabay)
Bello, conmovedor.