Estoy, donde debo estar
Por Mónica Manrique
∗ Córdoba, periodista.
Primera copa de vino en San Antonio sola, después de largos meses. Todo es nuevo en mi casa. Los olores a romero, laurel y Jazmín. La calle de tierra, el río apenas crecido y ya bendecido. Saludos de los lugareños y vecinos de años… picando la pica en Flandes. Y este único silencio que atemperará los ruidos citadinos.
Encontré un nido en mi jazmín, la sequía estroló mis retamas y sobreviven los algarrobos autóctonas.
Estreno nuevamente mi pequeño país de 800 metros en los que la vida circunvala y me atrae por desesperación y elección, a este momento.
Me bañé y vestí para el otro, con encajes negros. Apenas unas gotas de ese perfume que induce al pecado y que no compite con el romero. La mesa con mantel blanco y el huevo duro. Los inciensos y las velas. El camino con luces solares. El estreno del primer día de diciembre.
Me concelebro en este nuevo regreso que espanta la oscuridad de lo transitado y agradezco por tanto, a tan pocos… y remonto los retazos de meses pasados.
Estoy de pie. Aún con rodilla rota. Con el corazón latiendo, ahora, pausadamente. Con memoria y sin extrañezas. Con la noche serena, amiga entrañable. Y me concelebro en ritual de amante, sólo para mí.
Ilustración de Alejandro Barbeito
me encantó ❤️.