Messi lo merecía, el pueblo lo esperaba
Por Pepe Novo
∗ Deán Funes, Provincia de Córdoba - Escritor, compositor y periodista |
Después de veintiocho años, la selección argentina salió campeón de América. Eso ya es suficiente para sentirse contento/feliz de compartir esta emoción con el pueblo argentino. Y aunque la selección de fútbol de nuestro país con este título sumó quince en su rico historial, igualando ahora a Uruguay; este logro tiene un sabor distinto. Al menos para mí.
A esta hora, ya no es noticia. Desde anoche en todos los canales de televisión, en todos los diarios y formatos y redes digitales se habló y se habla de la conquista albiceleste. Y como si fuera poco, fue frente a Brasil, nuestro rival de toda la vida, y en su casa. En el mítico estadio Maracaná. Un santuario del sufrimiento brasileño (basta recordar la “tragedia” de 1950 cuando cayeron derrotados por la selección charrúa en el Mundial que habían organizado con fiesta final incluida y que todavía guardan en su archivo colectivo como una fecha espantosa).
Pero nada de esta emoción/alegría que me abraza tendría razón de ser, si el niño que se arrodilló anoche sobre un costado del campo a llorar su emoción intransferible, cuando el árbitro marcó el final del partido, no se llamara Lionel Messi. Y digo niño porque él no juega al fútbol, juega a la pelota. Lo necesitaba. Lo deseaba más que ninguno. Era una de sus grandes frustraciones. Era uno de los premios que le faltaba. Y a pesar de ser la estrella más luminosa de un negocio planetario de miles de millones de euros/dólares y de intereses comerciales y políticos; aún siendo el mejor jugador del mundo, al que todos admiran, él sólo juega a la pelota. El fútbol es el nombre del deporte hiper profesional del que participa con la camiseta barcelonista. Pero él juega a la pelota cuando se calza la albiceleste. Como en el barrio. Como en un recreo del colegio. Como se juega y se jugaba en la calle, en los campitos de los pueblos y ciudades de nuestra patria.
Lo acusaron de todo. "... Pecho frío, no se compromete con la selección, no canta el himno, sólo gana títulos con el Barça, que gane algo en la Argentina antes de hablar, es millonario y ya no tiene ganas de venir a jugar acá por su país, pone y saca a los técnicos, armó un club de amigos en la selección, tiene un problema psicológico, tiene miedo..." Esta es apenas una pequeña muestra de la cantidad de tratos desconsiderados que recibió de la mayoría de periodistas deportivos argentinos, que en nombre de la ignorancia y del resentimiento, jamás entendieron que Messi es un jugador extraordinario, quizá el mejor de la historia (es probable que me gane la reprobación de los que sostienen a Diego Maradona en ese lugar, pero no me interesa este debate porque los dos son únicos, irrepetibles, nuestros y no tiene sentido compararlos).
Por supuesto, desde anoche, aquellos que lo masacraron con su ferocidad durante años, se olvidaron de su condición de miserables y ahora lo alaban sin medida. Lo comparan con Dios, le dicen Dios. Genio, extraterrestre. No lo niego. Quizá lo sea. Para mí es sólo un niño que juega a la pelota y que anoche hizo feliz a un pueblo con sus goles y gambetas y con su cinta de capitán heredada. El mismo que sin decir nada, hace unos meses pagó el impuesto que muchos millonarios se negaron y se niegan a pagar para ayudar a otros argentinos que tanto lo necesitan en estos tiempos de pandemia, pobreza y olvido. Ese gesto solidario, para mí, vale mucho más que esta bendita Copa América que hacía veintiocho años que no ganábamos.
Ilustración: Alejandro Barbeito
Excelente !!! Felicitaciones Pepe querido!!!
Emocionante !! Me encanta la manera en que se analiza la participación de Messi
Porque en medio de tanto dolor y tanta muerte esta alegría ha sido un bálsamo para el pueblo.
Y porque si un ídolo ” juega a la pelota” es como revivir al potrero …
Gracias Pepe Novo!!
Hermoso texto, ídem ilustración