Macondo
Por Ricardo Irastorza
∗ Bell Ville, Provincia de Córdoba (1950) - Escritor |
En 2007 vi Babel, la peli de González Iñárritu, no sé en qué mes, aunque sí puedo asegurar que ese año, en abril, exactamente el 17 murió Gabriel García Márquez. Recuerdo poco de Babel, pero guardo algo que me conmovió: en un momento toda la sala del cine se puso a vibrar con las tres notas del bajo de una cumbia. A los pocos segundos yo movía el culo en el asiento con una gracia para el baile que nunca tuve. Cuando pasaron los créditos me quedé de pie, esquivando cabezas para intentar leer quién era el intérprete. No pude. Sin embargo, la banda sonora era de Santaolalla –por la que ganó su segundo Oscar–, de manera que no me costó averiguarlo. Cumbia sobre el río, por Celso Piña y Control Machete.
Celso Piña murió hace menos de dos años, vino un par de veces a Córdoba y cuando me llegue el momento de cuestionarme lo que no hice en mi vida, figurará en punta el no haber ido a verlo. Pero dejó grabada muchas cosas, entre ellas una actuación en Monterrey, de donde era oriundo, con la Orquesta de Baja California, dirigida por Eduardo García Barrios, y sí nombro a este último es simplemente porque me merecen respeto y admiración los directores de orquesta que se avienen a dirigir sinfónicas en presentaciones con grupos populares: todavía guardo el longplay (no me vengan con eso del vinilo) de Deep Purple con la Filarmónica de Londres dirigida por Malcom Arnold, año 1969, ¡había que tener entrepiernas entonces para mezclar a esa tropa tan dispar!
En ese mismo año 1969, un peruano llamado Daniel Camino Diez Canseco, terminó de leer “Cien años de soledad” y conmovido compuso una cumbia a la que llamó “Macondo”.
También yo me entusiasmé con su lectura, pero no compuse nada, y leí todo lo que publicó García Márquez y sea porque no he querido o no he podido, nunca volví a hacerlo.
A 7 años de la partida de García Márquez, cuya lectura tan gratos momentos me dio, prefiero dejar de lado la pompa y el acartonamiento, y compartir la versión de ese tipo tan pintoresco que era Celso Piña, con su grupo la Ronda Bogotá y la orquesta de Baja California.
Ante la pantalla de mi computadora, y mientras los parlantes a todo volumen marcan el ritmo, bailo en mi silla mientras escribo esto. Es probable que no vuelva a leer “Cien años de soledad”, ni siquiera ninguna otra obra de García Márquez, pero si ustedes acaso no lo hicieron, deberían pensar en darles una buena ocupación a estos días de enclaustramiento con esa tarea. Y por cierto, escuchar “Macondo”.
Ilustración: Alejandro Barbeito sobre foto de Armando Matiz (https://centrogabo.org/)
Muy buen dato “Perro”!!!!
Contundente, como siempre y tozudo intérprete de la realidad, Ricardo…