No soy porcelana suave, ni princesa ni heroína.
No soy boca de fresa, ni ojos de estrellas, ni pelo de luna.
No soy suavidad de algodón, ni mar enojado, ni pestañas de alambre.
No soy curva de guitarra, ni melodía callejera, ni golpe de tambor.
No soy espina de rosa, ni lengua de terciopelo, ni belleza del paraíso.
No soy poesía, ni tango, ni balada cantada en amaneceres de borrachos.
Soy carne y hueso, pelos y sangre.
Soy labios y lengua, puño y fuerza.
Soy secreciones y risas, tetas y vagina.
Soy corazón y cabeza, piernas y brazos.
Soy todos los días.