Colgada de un hilo de oro
y de alguna rota lágrima de plata:
la palabra hace de la luz una melodía
efervescente, un sonido de cristal
sobre la noche y sus virtudes,
tañendo lentamente,
en ese azul claro que no sabe mentir.
El poema cuyo amor
es inocente, sediento como el fuego,
sonriente como el agua; fatal
como las sombra;
apoya su voz en el mapa del mundo
y nada pide,
ni siquiera la palabra.
Ilustración: Detalle de dibujo - Cristina Santander