Serenamente, digo: “Soy un ángel”.
Y me debes creer.
Ningún platillo de la balanza sube,
o baja,
bajo mi peso.
Incorpóreo,
ligero,
desnudo,
como la luz…
Y sin embargo, toda
mi trayectoria es una sombra,
mi corazón es una sombra,
una moneda oscura,
destruida
por el tiempo, sin tiempo y sin memoria.
Una maravilla esa conjunción rigurosa que fue Jacobo Regen. Recuerdo su autonominaciòn: ” Soy el único coya judío del mundo”.